viernes, 12 de junio de 2009

Poema Besa El Aura Que Gime Blandamente de Gustavo Adolfo Bécquer

las leves ondas que jugando riza;
el sol besa a la nube en occidente
y de púrpura y oro la matiza;

la llama en derredor del tronco ardiente
por besar a otra llama se desliza
y hasta el sauce inclinándose a su peso
al río que le besa, vuelve un beso.

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  • Poema Antes Que Tú Me Moriré de Gustavo Adolfo Bécquer

    en las entrañas ya
    el hierro llevo con que abrió tu mano
    la ancha herida mortal.

    Antes que tú me moriré: y mi espíritu,
    en su empeño tenaz
    se sentará a las puertas de la Muerte,
    esperándote allá.

    Con las horas los días, con los días
    los años volarán,
    y a aquella puerta llamarás al cabo…
    ¿Quién deja de llamar?

    Entonces, que tu culpa y tus despojos
    la tierra guardará,
    lavándote en las ondas de la muerte
    como en otro Jordán.

    Allí, donde el murmullo de la vida
    temblando a morir va,

    CANCION

    ¡De qué callada manera

    se me adentra usted sonriendo,

    como si fuera

    la primavera!

    (Yo, muriendo.)



    Y de qué modo sutil

    me derramó en la camisa

    todas las flores de abril.



    ¿Quién le dijo que yo era

    risa siempre, nunca llanto,

    como si fuera

    la primavera?

    (No soy tanto.)



    En cambio, ¡qué espiritual

    que usted me brinde una rosa

    de su rosal principal!



    ¡De qué callada manera

    se me adentra usted sonriendo,

    como si fuera

    la primavera!

    (Yo, muriendo.)

    Poemas de Nicolás Guillén

    SOLDADO APRENDE A TIRAR

    Soldado, aprende a tirar:

    Tú no me vayas a herir,

    que hay mucho que caminar.

    ¡Desde abajo has de tirar,

    si no me quieres herir!

    Abajo estoy yo contigo,

    soldado amigo.

    Abajo, codo con codo,

    sobre el lodo.



    Para abajo, no,

    que allí estoy yo.

    Soldado, aprende a tirar:

    Tú no me vayas a herir,

    que hay mucho que caminar.

    Poemas de Nicolás Guillén

    PROBLEMAS DEL SUBDESARROLLO

    Monsieur Dupont te llama inculto,

    porque ignoras cuál era el nieto

    preferido de Víctor Hugo.



    Herr Müller se ha puesto a gritar,

    porque no sabes el día

    (exacto) en que murió Bismark.



    Tu amigo Mr. Smith,

    inglés o yanqui, yo no lo sé,

    se subleva cuando escribes shell.

    (Parece que ahorras una ele,

    y que además pronuncias chel.)



    Bueno ¿y qué?

    Cuando te toque a ti,

    mándales decir cacarajícara,

    y que donde está el Aconcagua,

    y que quién era Sucre,

    y que en qué lugar de este planeta

    murió Martí.



    Un favor:

    Que te hablen siempre en español.

    Poemas de Nicolás Guillén

    miércoles, 10 de junio de 2009

    EBANO REAL

    Te vi al pasar, una tarde,

    ébano, y te saludé;

    duro entre todos los troncos,

    duro entre todos los troncos,

    tu corazón recordé.



    Arará, cuévano,

    arará sabalú.



    —Ébano real, yo quiero un barco,

    ébano real, de tu negra madera...

    Ahora no puede ser,

    espérate, amigo, espérate,

    espérate a que me muera.



    Arará, cuévano,

    arará sabalú.



    —Ébano real, yo quiero un cofre,

    ébano real, de tu negra madera...

    Ahora no puede ser,

    espérate, amigo, espérate,

    espérate a que me muera.



    Arará, cuévano,

    arará sabalú.



    —Ébano real, yo quiero un techo,

    ébano real, de tu negra madera...

    Ahora no puede ser,

    espérate, amigo, espérate,

    espérate a que me muera.



    Arará, cuévano,

    arará sabalú.



    —Quiero una mesa cuadrada

    y el asta de mi bandera;

    quiero mi pesado lecho,

    quiero mi lecho pesado,

    ébano, de tu madera,

    ay, de tu negra madera...

    Ahora no puede ser,

    espérate, amigo, espérate,

    espérate a que me muera.



    Arará, cuévano,

    arará sabalú.



    Te vi al pasar, una tarde,

    ébano, y te saludé:

    Duro entre todos los troncos,

    duro entre todos los troncos,

    tu corazón recordé.

    Poemas de Nicolás Guillén

    UN POEMA DE AMOR

    No sé. Lo ignoro.

    Desconozco todo el tiempo que anduve

    sin encontrarla nuevamente.

    ¿Tal vez un siglo? Acaso.

    Acaso un poco menos: noventa y nueve años.

    ¿O un mes? Pudiera ser. En cualquier forma,

    un tiempo enorme, enorme, enorme.



    Al fin, como una rosa súbita,

    repentina campánula temblando,

    la noticia.

    Saber de pronto

    que iba a verla otra vez, que la tendría

    cerca, tangible, real, como en los sueños.

    ¡Qué explosión contenida!

    ¡Qué trueno sordo

    rodándome en las venas,

    estallando allá arriba

    bajo mi sangre, en una

    nocturna tempestad!

    ¿Y el hallazgo, en seguida? ¿Y la manera

    de saludarnos, de manera

    que nadie comprendiera

    que ésa es nuestra propia manera?

    Un roce apenas, un contacto eléctrico,

    un apretón conspirativo, una mirada,

    un palpitar del corazón

    gritando, aullando con silenciosa voz.



    Después

    (ya lo sabéis desde los quince años)

    ese aletear de las palabras presas,

    palabras de ojos bajos,

    penitenciales,

    entre testigos enemigos.

    Todavía

    un amor de «lo amo»,

    de «usted», de «bien quisiera,

    pero es imposible»... De «no podemos,

    no, piénselo usted mejor»...

    Es un amor así,

    es un amor de abismo en primavera,

    cortés, cordial, feliz, fatal.

    La despedida, luego,

    genérica,,

    en el turbión de los amigos.

    Verla partir y amarla como nunca;

    seguirla con los ojos,

    y ya sin ojos seguir viéndola lejos,

    allá lejos, y aun seguirla

    más lejos todavía,

    hecha de noche,

    de mordedura, beso, insomnio,

    veneno, éxtasis, convulsión,

    suspiro, sangre, muerte...

    Hecha

    de esa sustancia conocida

    con que amasamos una estrella.

    Poemas de Nicolás Guillén

    MI PATRIA ES DULCE POR FUERA

    Mi patria es dulce por fuera,

    y muy amarga por dentro;

    mi patria es dulce por fuera,

    con su verde primavera,

    con su verde primavera,

    y un sol de hiel en el centro.



    ¡Qué cielo de azul callado

    mira impasible tu duelo!

    ¡Qué cielo de azul callado,

    ay, Cuba, el que Dios te ha dado,

    ay, Cuba, el que Dios te ha dado,

    con ser tan azul tu cielo!



    Un pájaro de madera

    me trajo en su pico el canto;

    un pájaro de madera.

    ¡Ay, Cuba, si te dijera,

    yo que te conozco tanto,

    ay, Cuba, si te dijera,

    que es de sangre tu palmera,

    que es de sangre tu palmera,

    y que tu mar es de llanto!



    Bajo tu risa ligera,

    yo, que te conozco tanto,

    miro la sangre y el llanto,

    bajo tu risa ligera.



    Sangre y llanto

    bajo tu risa ligera;

    sangre y llanto

    bajo tu risa ligera.

    Sangre y llanto.



    El hombre de tierra adentro

    está en un hoyo metido,

    muerto sin haber nacido,

    el hombre de tierra adentro.

    Y el hombre de la ciudad,

    ay, Cuba, es un pordiosero:

    Anda hambriento y sin dinero,

    pidiendo por caridad,

    aunque se ponga sombrero

    y baile en la sociedad.

    (Lo digo en mi son entero,

    porque es la pura verdad.)



    Hoy yanqui, ayer española,

    sí, señor,

    la tierra que nos tocó

    siempre el pobre la encontró

    si hoy yanqui, ayer española,

    ¡cómo no!

    ¡Qué sola la tierra sola,

    la tierra que nos tocó!



    La mano que no se afloja

    hay que estrecharla en seguida;

    la mano que no se afloja,

    china, negra, blanca o roja,

    china, negra, blanca o roja,

    con nuestra mano tendida.



    Un marino americano,

    bien,

    en el restaurant del puerto,

    bien,

    un marino americano

    me quiso dar con la mano,

    me quiso dar con la mano,

    pero allí se quedó muerto,

    bien,

    pero allí se quedó muerto

    el marino americano

    que en el restaurant del puerto

    me quiso dar con la mano,

    ¡bien!

    Poemas de Nicolás Guillén

    FUSILAMIENTO

    Van a fusilar

    a un hombre que tiene los brazos atados.

    Hay cuatro soldados

    para disparar.

    Son cuatro soldados

    callados,

    que están amarrados,

    lo mismo que el hombre amarrado que van

    a matar.



    —¿Puedes escapar?

    —¡No puedo correr!

    —¡Ya van a tirar!

    —¡Qué vamos a hacer!

    —Quizá los rifles no estén cargados...

    —¡Seis balas tienen de fiero plomo!

    —¡Quizá no tiren esos soldados!

    —¡Eres un tonto de tomo y lomo!



    Tiraron.

    (¿Cómo fue que pudieron tirar?)

    Mataron.

    (¿Cómo fue que pudieron matar?)

    Eran cuatro soldados

    callados,

    y les hizo una seña, bajando su sable,

    un señor oficial;

    eran cuatro soldados

    atados,

    lo mismo que el hombre que fueron

    los cuatro a matar.

    Poemas de Nicolás Guillén

    A VECES

    A veces tengo ganas de ser un cursi

    para decir: La amo a usted con locura.

    A veces tengo ganas de ser tonto

    para gritar: ¡La quiero tanto!

    A veces tengo ganas de ser un niño

    para llorar acurrucado en su seno.

    A veces tengo ganas de estar muerto

    para sentir, bajo la tierra húmeda de mis jugos,

    que me crece una flor rompiéndome el pecho,

    una flor, y decir: Esta flor,

    para usted.

    Poemas de Nicolás Guillén

    domingo, 7 de junio de 2009

    JOSE RAMON CANTALISO

    José Ramón Cantaliso,

    ¡canta liso!, canta liso,

    José Ramón.

    Duro espinazo insumiso:

    por eso es que canta liso

    José Ramón Cantaliso,

    José Ramón.



    En bares, bachas, bachatas,

    a los turistas a gatas,

    y a los nativos también,

    a todos, el son preciso

    José Ramón Cantaliso

    les canta liso, muy liso,

    para que lo entiendan bien.



    Voz de cancerosa entraña.

    humo de solar y caña,

    que es nube prieta después:

    son de guitarra madura,

    cuya cuerda ronca y dura

    no se enreda en la cintura,

    ni prende fuego en los pies.



    El sabe que no hay trabajo,

    que el pobre se pudre abajo.

    y que tras tanto luchar,

    el que no perdió el resuello,

    o tiene en la frente un sello,

    o está con el agua al cuello

    sin poderlo remediar.



    Por eso de fiesta en fiesta

    con su guitarra protesta,

    que es su corazón también,

    y a todos el son preciso,

    José Ramón Cantaliso

    les canta liso, muy liso,

    para que lo entiendan bien.

    Poemas de Nicolás Guillén

    EL ARBOL

    El árbol que verdece

    a cada primavera,

    no es más feliz que yo,

    de nuevo verdiflor.

    Las amarillas hojas

    cayeron, y en mi tronco

    vuelven los novios trémulos

    a entrelazar sus cifras,

    y hay corazones fijos

    por flechas traspasados,

    vivos en esa muerte.

    Cuando digo «te amo»,

    mi voz repite el viento

    y en mi alta copa juega

    con tu nombre y un pájaro

    hijo de abril y marzo.

    Poemas de Nicolás Guillén

    UNA FRIA MANANA

    Pienso en la fría mañana en que te fui a ver,

    allá donde La Habana quiere irse en busca del campo,

    allá en tu suburbio claro.

    Yo con mi botella de ron

    y el libro de mis poemas en alemán,

    que al fin te regalé.

    (¿O fue que te quedaste con él?)



    Perdóname, pero aquel día

    me pareciste una niñita sola,

    o quizás un pequeño gorrión mojado.

    Tuve ganas de preguntarte:

    ¿Y tu nido? ¿Y tus padres?

    Pero no habría podido.

    Desde el abismo de tu blusa,

    como dos conejillos caídos en un pozo,

    me ensordecían tus senos con sus gritos.

    Poemas de Nicolás Guillén

    GUADALUPE W I

    POINTRE-À-PITRE



    Los negros, trabajando

    junto al vapor. Los árabes, vendiendo,

    los franceses, paseando y descansando,

    y el sol, ardiendo.



    En el puerto se acuesta

    el mar. El aire tuesta

    las palmeras... Yo grito: ¡Guadalupe!, pero nadie contesta.



    Parte el vapor, arando

    las aguas impasibles con espumoso estruendo.



    Allá quedan los negros trabajando,

    los árabes vendiendo,

    los franceses, paseando y descansando,

    y el sol, ardiendo...

    Poemas de Nicolás Guillén

    viernes, 5 de junio de 2009

    PERO QUE TE PUEDA VER

    Si es que me quieres matar,

    no esperes a que me duerma,

    pues no podré despertar.

    Muerto,

    ay, muerto y también dormido,

    no es ni morir ni soñar,

    no es ni recuerdo no olvido.

    Muerto,

    ay, muerto y también dormido.



    Mátame al amanecer,

    o de noche, si tú quieres;

    pero que te pueda ver

    la mano;

    pero que te pueda ver

    las uñas;

    pero que te pueda ver

    los ojos,

    pero que te pueda ver.

    Poemas de Nicolás Guillén

    PALMA SOLA

    La palma que está en el patio

    nació sola;

    creció sin que yo la viera,

    creció sola;

    bajo la luna y el sol,

    vive sola.



    Con su largo cuerpo fijo,

    palma sola;

    sola en el patio sellado,

    siempre sola,

    guardián del atardecer,

    sueña sola.



    La palma sola soñando,

    palma sola,

    que va libre por el viento,

    libre y sola,

    suelta de raíz y tierra,

    suelta y sola,

    cazadora de las nubes,

    palma sola,

    palma sola,

    palma.

    Poemas de Nicolás Guillén

    LA MURALLA

    Para hacer esta muralla,

    tráiganme todas las manos:

    Los negros, su manos negras,

    los blancos, sus blancas manos.

    Ay,

    una muralla que vaya

    desde la playa hasta el monte,

    desde el monte hasta la playa, bien,

    allá sobre el horizonte.



    —¡Tun, tun!

    —¿Quién es?

    —Una rosa y un clavel...

    —¡Abre la muralla!

    —¡Tun, tun!

    —¿Quién es?

    —El sable del coronel...

    —¡Cierra la muralla!

    —¡Tun, tun!

    —¿Quién es?

    —La paloma y el laurel...

    —¡Abre la muralla!

    —¡Tun, tun!

    —¿Quién es?

    —El alacrán y el ciempiés...

    —¡Cierra la muralla!



    Al corazón del amigo,

    abre la muralla;

    al veneno y al puñal,

    cierra la muralla;

    al mirto y la yerbabuena,

    abre la muralla;

    al diente de la serpiente,

    cierra la muralla;

    al ruiseñor en la flor,

    abre la muralla...



    Alcemos una muralla

    juntando todas las manos;

    los negros, sus manos negras,

    los blancos, sus blancas manos.

    Una muralla que vaya

    desde la playa hasta el monte,

    desde el monte hasta la playa, bien,

    allá sobre el horizonte...

    Poemas de Nicolás Guillén

    AGUA DEL RECUERDO

    ¿Cuándo fue?

    No lo sé.

    Agua del recuerdo

    voy a navegar.



    Pasó una mulata de oro,

    y yo la miré al pasar:

    Moño de seda en la nuca,

    bata de cristal,

    niña de espalda reciente,

    tacón de reciente andar.



    Caña

    (febril le dije en mí mismo),

    caña

    temblando sobre el abismo,

    ¿quién te empujará?

    ¿Qué cortador con su mocha

    te cortará?

    ¿Qué ingenio con su trapiche

    te molerá?



    El tiempo corrió después,

    corrió el tiempo sin cesar,

    yo para allá, para aquí,

    yo para aquí, para allá,

    para allá, para aquí,

    para aquí, para allá...



    Nada sé, nada se sabe,

    ni nada sabré jamás,

    nada han dicho los periódicos,

    nada pude averiguar,

    de aquella mulata de oro

    que una vez miré al pasar,

    moño de seda en la nuca,

    bata de cristal,

    niña de espalda reciente,

    tacón de reciente andar.

    Poemas de Nicolás Guillén

    miércoles, 3 de junio de 2009

    MULATA

    MULATA


    Ya yo me enteré, mulata,

    mulata, ya sé que dise

    que yo tengo la narise

    como nudo de cobbata.



    Y fíjate bien que tú

    no ere tan adelantá,

    poqque tu boca é bien grande,

    y tu pasa, colorá.



    Tanto tren con tu cueppo,

    tanto tren;

    tanto tren con tu boca,

    tanto tren;

    tanto tren con tu sojo,

    tanto tren.



    Si tú supiera, mulata,

    la veddá;

    ¡que yo con mi negra tengo,

    y no te quiero pa na!

    Poemas de Nicolás Guillén

    NIEVE

    NIEVE


    Como la nieve cae aquí,

    nieva también dentro de mí.

    (Verlaine con nieve, ¿no es así?)

    De ti me acuerdo —ya sin ti.



    ¿A qué llorar, me digo yo,

    por quien no llora ni lloró?

    Si estuve escrito, me borró,

    si ardí un instante, me apagó.



    Caiga la nieve, está muy bien.

    Mas no por eso va Guillén

    a entristecerse si no hay quien

    del mismo mal muera también.



    Literatura, en realidad,

    nimia de toda nimiedad.

    ¿Que está nevando en la ciudad?

    Al fin y al cabo es la verdad.

    Poemas de Nicolás Guillén

    CANCION

    ¡De qué callada manera
    se me adentra usted sonriendo,
    como si fuera
    la primavera!
    (Yo, muriendo.)

    Y de qué modo sutil
    me derramó en la camisa
    todas las flores de abril.

    ¿Quién le dijo que yo era
    risa siempre, nunca llanto,
    como si fuera
    la primavera?
    (No soy tanto.)

    En cambio, ¡qué espiritual
    que usted me brinde una rosa
    de su rosal principal!

    ¡De qué callada manera
    se me adentra usted sonriendo,
    como si fuera
    la primavera!
    (Yo, muriendo.)