Si es que me quieres matar,
no esperes a que me duerma,
pues no podré despertar.
Muerto,
ay, muerto y también dormido,
no es ni morir ni soñar,
no es ni recuerdo no olvido.
Muerto,
ay, muerto y también dormido.
Mátame al amanecer,
o de noche, si tú quieres;
pero que te pueda ver
la mano;
pero que te pueda ver
las uñas;
pero que te pueda ver
los ojos,
pero que te pueda ver.
Poemas de Nicolás Guillén
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