jueves, 2 de abril de 2009

El Abrigo

Ruth miro en su buzón del correo, pero solo había una carta. La tomó y la miró antes de abrirla, pero luego la miro con más cuidado. No había sello ni marcas del correo, solamente su nombre y dirección.

Leyó la carta:

“Querida Ruth:

Estaré en tu vecindario el sábado en la tarde y pasaré a visitarte. Con amor, Jesús.”

Sus manos temblaban cuando puso la carta sobre la mesa. "Porque querrá venir a visitarme el Señor? No soy nadie en especial, no tengo nada que ofrecerle...

“Pensando en eso, Ruth recordó el vacío reinante en los estantes de su cocina. "Ay no! No tengo nada para ofrecerle! Tendré que ir a comprar algo. "Bueno, comprare algo de pan y alguna otra cosa, al menos.

"Se echó un abrigo encima y se apresuro a salir. Una hogaza de pan francés, media libra de pavo y un cartón de leche...

Y Ruth se quedó con solamente doce centavos que le deberían durar hasta el lunes. Aun así se sintió bien camino a casa, con sus humildes ingredientes bajo el brazo. "Oiga, señora, nos puede ayudar, señora?"

Ruth estaba tan absorta pensando en la cena que no vió las dos figuras que estaban de pie en el pasillo. Un hombre y una mujer, los dos vestidos con poco mas que harapos. "Mire, señora, no tengo empleo, uste' sabe, y mi mujer y yo hemos estado viviendo allá afuera en la calle y, bueno, está haciendo frío y nos está dando hambre, y bueno, si uste' nos puede ayudar, señora, estaríamos muy agradecidos..."

Ruth los miro con mas cuidado.

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